lunes, 15 de octubre de 2012

La gran transformación



Unos prometieron realizarla pero temen dirigirla, las sanguijuelas hacen todo lo posible por evitarla, los corruptos y mediocres la sabotean, los que esperaban que “chorree” dicen que el padre es quien negó a su hija, foráneos anhelan que se detenga… , pero son cientos de miles los que la hacen realidad día a día

Sí, hermanos, está en marcha… ¡desde hace ya varias décadas! Los “científicos sociales” dentro de medio siglo discutirán las “razones o causas” por las que se produjo; la “clase política” dirá que se inició porque ellos la impulsaron; los místicos clamarán que así lo anunciaban las leyendas andinas, como la de Inkarri…
Pero, los peruanistas reafirmaran (porque desde hace mucho lo constatan) que los invasores extranjeros lograron derruir el Estado incaico aunque no la gran obra: la Nación Andina, que ha protegido su identidad y diversidad por medio de la resistencia cultural. Sintió el duro golpe y ha tardado en reaccionar, pero se está rehaciendo.
Nuestra variada manifestación artística ha asimilado los instrumentos y técnicas foráneas manteniendo su autenticidad, los idiomas nativos están vigentes, los apellidos autóctonos han pervivido a tres siglos de genocidio y 150 años de olvido estatal, y con ellos coexisten las tradiciones comunitarias que se manifiestan en el espíritu solidario y telúrico que nos caracteriza…
Los indigenistas y peruanistas, la cabeza de Inkarri, con sus obras llamaron al cuerpo a regenerarse, y este, lentamente, sin prisa pero sin pausa, empezó a moverse. 

Respuesta a la desidia
El Estado no llegaba a las provincias porque se circunscribía a la ciudad capital, tanto así que quienes gobernaban de espaldas al pueblo, cedieron a los países vecinos grandes extensiones de territorio debido a la “reiteración de ciertas taras nacionales, con descuidos de una Lima distante y debilidades diplomáticas”. (http://www.caretas.com.pe/1351/amazonia/amazonia.html)
En el norte del país, en Piura y Tumbes, los ingleses extraían el petróleo a su antojo y habían establecido un enclave al que no entraba la policía ni el ejército peruanos, y ante los reclamos nacionales “cedieron sus derechos” a una compañía norteamericana (la International Petroleum Company) que secó los yacimientos en apenas 44 años, cuando debieron durar más de un siglo.

En el centro del país, otra compañía gringa (la Cerro de Pasco Copper Corporation) había instalado en 1922 la Fundición de La Oroya, centro metalúrgico que “es responsable de la contaminación por plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros metales pesados que emite diariamente al medio ambiente, a través de una enorme chimenea que parece dominar la ciudad.” (http://www.salvemoslaoroya.org/index.php?la-oroya-agoniza)
En el sur, la cosa era similar. Varias compañías yanquis que extraían minerales, vendían “cobre ampolloso” muy barato a una empresa que también pertenecía a los mismos dueños. Los compradores “castigaban” el precio porque era cobre de 98 por ciento de pureza. Lo que no decían –y nuestras autoridades “no sabían”– era que en el 2% de “suciedad” había muchos gramos de oro y plata, así como metales raros muy valiosos, tanto que con su comercialización se cubrían todos los costos de producción.
Óvalo del Coricancha y la Cruz de Palpa.
Y voltearon la tortilla…
Haber pasado de campesinos maltratados por los gamonales a obreros explotados en las fábricas no había sido un cambio significativo para los andinos, porque igual no tenían posibilidades de que con esfuerzo pudieran mejorar su situación económica y social. Ser campesino sin tierra es tanto como haber nacido en la jalca, significa luchar contra duras condiciones y la única recompensa es sobrevivir… Y esta “ley” está vigente.
Por eso, en busca de una salida dejaron la provincia y se acercaron al monstruo, para conocerlo, aunque apenas pudieron instalarse en la periferia. Para sobrevivir usaron lo que sabían de los productos agrícolas… Y así nacieron La Parada y las paraditas.
De cargadores a ambulantes, de ambulantes a tener su puestito y su casita en un cerrito. De peón de albañilería a ayudante, operario, oficial y maestro constructor. De “chico” de la limpieza a maestro en cualquiera de los oficios que existían… Y con esfuerzo, dedicación e ingenio se hicieron comerciantes y microempresarios 
Cruz de Palpa y su relación con óvalo del Coricancha.
Y siguieron ascendiendo, pero ya no directamente, porque hasta los años 60 estaban encasillados en ciertas zonas y apenas una emisora radial propalaba la música de su terruño. Espectáculos folclóricos a todo dar solamente se vivían en la carpa de un circo instalada en el Parque Cánepa, pero quienes vendían más discos que ningún otro cantante eran Pastorita Huaracina y Picaflor de los Andes. ¡Lo serrano y provinciano estaba prohibido en la señorial ciudad!
Muchos no sabían leer ni escribir, pero enviaron a sus hijos al colegio. Y estos impulsaron a los suyos hasta las universidades y los institutos armados. De ahí en adelante no hay lugar donde no estén. Desde hace unas décadas en la criolla Lima la mitad son andinos o selváticos y la otra mitad somos sus hijos… igual que en todas las ciudades.
La gran transformación es la respuesta al pedido del poeta que escribió “Los nueve monstruos”: “hay, hermanos, muchísimo que hacer”. Y el objetivo es la construcción y forja de la utopía andina, teniendo como pilares la fraternidad, solidaridad y espíritu de trabajo que nos han conducido a la expectante y sorprendente situación que vive hoy el país.
No más cuentos “chinitos”, búfalos que “vuelan” ni mentirosos “sagrados”
Inkarri ha despertado, pero todavía no es fuerte… necesita integrarse, y para eso los que formamos su cuerpo tenemos que unirnos, para defendernos y evitar que nos vuelvan a desmembrar. Los enemigos son muchos y quieren conservar sus privilegios, además han alimentado a sus hijos con nuestra pobreza y ¡les molesta mucho vernos progresar!
Por eso, hay que incentivar la educación política y generar organizaciones, propiciar y apoyar la investigación científica y el desarrollo tecnológico, explotar los recursos según le convenga a la nación, reescribir la historia que nos han contado, destruir falsos ídolos, descubrir los engaños y negociados, y tumbar gamonales y reyezuelos, así como combatir la inacción, la demagogia, la politiquería y el oportunismo.

Hay que ponerse en acción porque necesitamos sumar voluntades. Las maravillas logradas por la Nación Andina están por todas partes y por fin nuestros ojos logran verlas. El futuro es el resultado de lo que trabajemos cada día. Hagámoslo bien, por los suyos, por sus hijos, y por los nuestros. Peruanicemos el Perú.
Nota de Redacción: Los gráficos han sido tomados del libro "Génesis de la Cultura Andina" de Carlos Milla Villena.