Unos
prometieron realizarla pero temen dirigirla, las sanguijuelas hacen todo lo
posible por evitarla, los corruptos y mediocres la sabotean, los que esperaban
que “chorree” dicen que el padre es quien negó a su hija, foráneos anhelan que
se detenga… , pero son cientos de miles los que la hacen realidad día a día
Sí,
hermanos, está en marcha… ¡desde hace ya varias décadas! Los “científicos
sociales” dentro de medio siglo discutirán las “razones o causas” por las que
se produjo; la “clase política” dirá que se inició porque ellos la impulsaron;
los místicos clamarán que así lo anunciaban las leyendas andinas, como la de
Inkarri…
Pero,
los peruanistas reafirmaran (porque desde hace mucho lo constatan) que los
invasores extranjeros lograron derruir el Estado incaico aunque no la gran
obra: la Nación Andina, que ha protegido su identidad y diversidad por medio de
la resistencia cultural. Sintió el duro golpe y ha tardado en reaccionar, pero
se está rehaciendo.
Nuestra
variada manifestación artística ha asimilado los instrumentos y técnicas
foráneas manteniendo su autenticidad, los idiomas nativos están vigentes, los
apellidos autóctonos han pervivido a tres siglos de genocidio y 150 años de
olvido estatal, y con ellos coexisten las tradiciones comunitarias que se manifiestan
en el espíritu solidario y telúrico que nos caracteriza…
Los
indigenistas y peruanistas, la cabeza de Inkarri, con sus obras llamaron al
cuerpo a regenerarse, y este, lentamente, sin prisa pero sin pausa, empezó a
moverse.
Respuesta
a la desidia
El
Estado no llegaba a las provincias porque se circunscribía a la ciudad capital,
tanto así que quienes gobernaban de espaldas al pueblo, cedieron a los países
vecinos grandes extensiones de territorio debido a la “reiteración de ciertas
taras nacionales, con descuidos de una Lima distante y debilidades
diplomáticas”. (http://www.caretas.com.pe/1351/amazonia/amazonia.html)
En
el norte del país, en Piura y Tumbes, los ingleses extraían el petróleo a su
antojo y habían establecido un enclave al que no entraba la policía ni el
ejército peruanos, y ante los reclamos nacionales “cedieron sus derechos” a una
compañía norteamericana (la International Petroleum Company) que secó los
yacimientos en apenas 44 años, cuando debieron durar más de un siglo.
En
el centro del país, otra compañía gringa (la Cerro de Pasco Copper Corporation)
había instalado en 1922 la Fundición de La Oroya, centro metalúrgico que “es
responsable de la contaminación por plomo, arsénico, dióxido de azufre y otros
metales pesados que emite diariamente al medio ambiente, a través de una enorme
chimenea que parece dominar la ciudad.”
(http://www.salvemoslaoroya.org/index.php?la-oroya-agoniza)
En
el sur, la cosa era similar. Varias compañías yanquis que extraían minerales,
vendían “cobre ampolloso” muy barato a una empresa que también pertenecía a los
mismos dueños. Los compradores “castigaban” el precio porque era cobre de 98
por ciento de pureza. Lo que no decían –y nuestras autoridades “no sabían”– era
que en el 2% de “suciedad” había muchos gramos de oro y plata, así como metales
raros muy valiosos, tanto que con su comercialización se cubrían todos los
costos de producción.
Óvalo del Coricancha y la Cruz de Palpa. |
Y
voltearon la tortilla…
Haber
pasado de campesinos maltratados por los gamonales a obreros explotados en las fábricas no había
sido un cambio significativo para los andinos, porque igual no tenían
posibilidades de que con esfuerzo pudieran mejorar su situación económica y
social. Ser campesino sin tierra es tanto como haber nacido en la jalca,
significa luchar contra duras condiciones y la única recompensa es sobrevivir…
Y esta “ley” está vigente.
Por
eso, en busca de una salida dejaron la provincia y se acercaron al monstruo,
para conocerlo, aunque apenas pudieron instalarse en la periferia. Para
sobrevivir usaron lo que sabían de los productos agrícolas… Y así nacieron La
Parada y las paraditas.
De
cargadores a ambulantes, de ambulantes a tener su puestito y su casita en un
cerrito. De peón de albañilería a ayudante, operario, oficial y maestro
constructor. De “chico” de la limpieza a maestro en cualquiera de los oficios
que existían… Y con esfuerzo, dedicación e ingenio se hicieron comerciantes y
microempresarios
Y
siguieron ascendiendo, pero ya no directamente, porque hasta los años 60
estaban encasillados en ciertas zonas y apenas una emisora radial propalaba la
música de su terruño. Espectáculos folclóricos a todo dar solamente se vivían
en la carpa de un circo instalada en el Parque Cánepa, pero quienes vendían más
discos que ningún otro cantante eran Pastorita Huaracina y Picaflor de los
Andes. ¡Lo serrano y provinciano estaba prohibido en la señorial ciudad!
Muchos
no sabían leer ni escribir, pero enviaron a sus hijos al colegio. Y estos
impulsaron a los suyos hasta las universidades y los institutos armados. De ahí
en adelante no hay lugar donde no estén. Desde hace unas décadas en la criolla
Lima la mitad son andinos o selváticos y la otra mitad somos sus hijos… igual
que en todas las ciudades.
La
gran transformación es la respuesta al pedido del poeta que escribió “Los nueve
monstruos”: “hay, hermanos, muchísimo que hacer”. Y el objetivo es la
construcción y forja de la utopía andina, teniendo como pilares la fraternidad,
solidaridad y espíritu de trabajo que nos han conducido a la expectante y
sorprendente situación que vive hoy el país.
No
más cuentos “chinitos”, búfalos que “vuelan” ni mentirosos “sagrados”
Inkarri
ha despertado, pero todavía no es fuerte… necesita integrarse, y para eso los
que formamos su cuerpo tenemos que unirnos, para defendernos y evitar que nos
vuelvan a desmembrar. Los enemigos son muchos y quieren conservar sus
privilegios, además han alimentado a sus hijos con nuestra pobreza y ¡les
molesta mucho vernos progresar!
Por
eso, hay que incentivar la educación política y generar organizaciones,
propiciar y apoyar la investigación científica y el desarrollo tecnológico,
explotar los recursos según le convenga a la nación, reescribir la historia que
nos han contado, destruir falsos ídolos, descubrir los engaños y negociados, y
tumbar gamonales y reyezuelos, así como combatir la inacción, la demagogia, la
politiquería y el oportunismo.
Hay
que ponerse en acción porque necesitamos sumar voluntades. Las maravillas logradas por la Nación Andina están por todas partes y por fin nuestros ojos logran verlas. El futuro es el
resultado de lo que trabajemos cada día. Hagámoslo bien, por los suyos,
por sus hijos, y por los nuestros. Peruanicemos el Perú.
Nota de Redacción: Los gráficos han sido tomados del libro "Génesis de la Cultura Andina" de Carlos Milla Villena.