Lo que suceda hoy en las
elecciones marcará un antes y un después, porque mostrará si hemos
crecido políticamente y si ciertas manifestaciones constituyen rasgos de
que vamos constituyéndonos en una nación
Lo que se ha dicho,
expuesto, recordado, analizado, revisado, tergiversado, rebatido,
sacado de contexto, aclarado, demostrado y discutido en estos pocos
meses, ha conmocionado y sacudido al país, al punto que las candidaturas
políticas polarizaron a las familias y hasta a las parejas.
Necesitábamos este sacudón. El último hecho que produjo una discusión
política tan grande como la actual, sucedió hace poco más de 40 años:
el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas con Juan Velasco a la
cabeza.
Pero en esta oportunidad la discusión ha sido más activa porque
existen nuevas formas de comunicación y múltiples foros, y un mayor
acceso a la información.
Para comenzar, se ha quebrado la falsa "libertad de expresión"
que existía, esa que permitía que solamente los dueños de los medios de
comunicación o sus empleados pudieran opinar y dar a conocer sus puntos
de vista y orientar la "opinión pública".
Aunque se pretendió aplicarnos el mismo método de fines de los noventa con los diarios chicha: "Miente, miente, que algo queda", y aquello de que la "gente no pensante" acepta y hace lo que los "líderes de opinión" le sugieren, el correo electrónico y las páginas sociales digitales han permitido quebrar la camisa de fuerza.
A ello se suma la aparición de movimientos locales y regionales y
múltiples alianzas que nos brindaron un abanico de 11 candidatos
presidenciales, algunos muy folclóricos pero que demuestran inquietud y
acción. Además se produjo un proverbial fenómeno: por haber abandonado
sus principios el grupo político más organizado del país a pesar de que
estaba ejerciendo el poder (o tal vez por ello, porque le interesaba más
realizar los últimos faenones) se diluyó a sí mismo de un modo
soberbio: fraternal y disciplinadamente derribó sus aspiraciones como un
castillo de naipes.
Por otra parte, algunos personajes y situaciones nos hicieron
recordar lo que recitaba Nicomedes Santa Cruz: "¡Cómo has cambiado
pelona, cisco de carbonería, pareces una negra mona con tanta
huachafería!; aunque había otros que siguen con la misma cantaleta y
creyendo que somos cojudos, porque nos engañaron una vez quieren volver a
hacerlo, nos desprecian tanto que olvidan que "a cocachos aprendí mi
lección de colegial, en la escuelita fiscal del barrio donde nací". A
golpes se forja el acero.
Cholo soy y no me compadezcas...
Cholo soy y no me compadezcas...
A partir de ahora, sabemos que se derrotó al terrorismo senderista,
pero que persisten los terrorismos político, social, empresarial,
financiero, cultural... que se manifiestan en la discriminación y el
desprecio que ciertas capas sociales sienten por otras (la frase "nosotros los pensantes" se ha usado mucho últimamente y muestra un gran desprecio por "los otros").
Ahora, un cholo sano y sagrado sabrá que una elección no se gana
meses antes de que se realice, que la falta de humildad es tu peor
enemigo y que se negocia cuando eres fuerte y no cuando estás
debilitado.
Un religioso sabrá que pertenecen al
pasado los tiempos en que la excomunión se usaba como un látigo para
arrear a los feligreses al redil. Ahora para guiar al rebaño no basta
que te llamen pastor, sino que hay que enseñar con el ejemplo y ganarse
el respeto de las gentes.
Un escritor sabrá que puede ser admirado por lo que escribe, pero no
por lo que dice. Porque no siempre tiene la razón y no es infalible. El
nacionalismo existe y ha sido la virtud que motivó el desarrollo de los
países que forman el G-8, y el más exacerbado es el estadounidense, pues
lo ha convertido en la potencia económica más grande del mundo y a
autoerigirse como guardián y defensor de la democracia.
Los jóvenes sabrán que un técnico puede ser muy bueno académica y
profesionalmente, pero una verdadera mierda como persona. Los políticos
de plastilina, esos cuyos dueños les dan la forma que quieren, son los
peores. No es tonto útil aquel que cobra por serlo.
Desde hoy todos sabemos que hay políticos y políticos, así como periodistas y periodistas. Que es muy cierto que "el periodismo puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios".
Ahora entiendo en toda su dimensión aquello de cambiar tu reino por un
plato de lentejas. Cuánta razón tenía mi padre cuando me dijo que la
dignidad no se come, pero si la conservas podrás dormir en paz y mirar a
tus hijos a los ojos.
Ahora sabemos que elegimos a los representantes del Ejecutivo y
Legislativo, pero no a los del Judicial. ¿Quién designa a los que
imparten justicia? ¿Ante quién rinden cuentas? Ser autónomos no
significa que no tengan que rendir cuentas ante el único que tiene la
soberanía: el pueblo.
También sabemos que la corrupción está organizada y es parásita de la
estructura del Estado, y que la organización política que asuma la
conducción del gobierno tendrá que montarse sobre esa estructura para
dirigirla, por lo que tiene que ser consciente y vigilante de su misión
para no ser absorbida y terminar haciendo faenones.
Pandora dejó escapar a todos los males del mundo, pero aún tenemos la
esperanza. Y una vez definida la contienda e inmediatamente después de
las celebraciones hay que ponerse en acción porque necesitamos sumar
voluntades. El futuro es el resultado de lo que trabajemos hoy, cada
día. Hagámoslo bien, por los suyos, por sus hijos, y por los nuestros.
¡Hermanos, hay mucho por hacer! Peruanicemos el Perú.Nota: Este artículo fue publicado el 5 de junio de 2011. Segunda vuelta electoral entre Keiko y Ollanta.
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