Siempre se creyó que el
PAITITI era una leyenda, pero Fujimori, su hija y Vladi saben bien que
es realidad. ¿Por qué volvió si era libre y feliz en Japón? Haberse
llevado el tesoro inca no les basta, quieren la mina completa
Porque no regresó para que lo apresaran, enjuiciaran y
condenaran. El motivo tenía que ser de inmensa importancia... y después
que lea esto, sabrá que así es.
Cuando leí el Capítulo Noveno, "Horrible final", del libro "El Paí Titi, Padre Otorongo",
escrito por el sacerdote salesiano Juan Carlos Polentini, comprendí que
su ambición es lo que lo motivó a arriesgarlo todo. De allí el apoyo a
su hija para que logre la presidencia de la República. Y ahora, además,
tiene a su hijo de congresista.
A continuación el texto del capítulo en
mención, del que no se consignan algunos párrafos debido a su extensión.
(Las negritas y subrayados, son nuestros)
He meditado mucho, he pensado profundamente, he
dudado cobardemente si convenía hacer público lo que ahora con toda
extrañeza ustedes van a leer. (...) He juzgado que la verdad debe estar
por encima de mis meditaciones, pensares y dudas, aunque me acarree
problemas por lo abominable que ella pueda ser. Al final, tantos
problemas he tenido en estos años pasados por causa del Paititi,
que uno más le seguirá también dando más sabor a la vida. (...)
Lamentablemente nunca encontré apoyo ni comprensión en los organismos y
personas pertinentes al tema. (...)
Mi criterio personal era que algo tan serio, rico y con tanta historia desconocida debía salir a la luz desde la Presidencia del Perú. Traté de hacer gestiones en varios gobiernos, pero siempre el "no" y el papel de ridículo. Al presidente Fujimori, al menos en cuatro ocasiones le hice llegar documentación (...). Una de ellas en propias manos en Calca del Valle Sagrado de los Incas. Me dijo: "Padre, vamos a hacer la expedición". Allí terminó todo. Tres años después me enteré del porqué.
(...) En 1998 se presentó (en el asilo donde estoy)
un alto funcionario de la Discovery Channel proponiéndome hacer el
descubrimiento del Paititi con todos los detalles como ellos lo saben
hacer. Por supuesto que acepté, me dejó de regalo un televisor, y fue a
realizar los trámites. ¡Qué le habrán dicho en el INRENA, el INC, y
demás, contra el cura Polentini que nunca más volvió!
Gracias al apoyo y animación de la señora María del
Carmen Rodríguez del Solar, en junio de 1999 publiqué el libro PAÍ TITI
(Padre Otorongo). Sólo 180 ejemplares, pues nadie aceptó colaborar.
Pensé que al menos con eso no se perdería la investigación realizada. Y
no se perdió. Allí daba las coordenadas de la ciudad, por supuesto con
un pequeño error. Ya veremos qué pasó. Alguno de esos pocos libros cayó en manos seguramente del famoso SIN y su jefe.
Lo que sigue a continuación no es con animación
política, ni deseos de acusación ni condenación. Es algo que ha sucedido
en mi vida, y que pienso debo hacerlo público por el bien del Perú,
para evitar en el futuro falsas apreciaciones, para ayudar en el
discernimiento de la verdad histórica, y por mi propia reputación
después de mi muerte.
Mantto. Junto a esta roca estaba el gran mural con último mensaje del inca antes de partir al exilio.
Por el mes de julio o agosto del año 2000 leí en un periódico de Lima que la entonces señorita Primera Dama del Perú
había creado en la zona de la ciudad de Ica, y ya en la sierra, en un
lugar con acceso sólo para helicópteros, una finca para cultivos de
exportación; y más adentro estaba instalando otras. Me llamó la atención
la noticia que me pareció ridícula, y no le di importancia.
Por esas mismas fechas se perdió un helicóptero del
Ejército que se dijo había caído patrullando la frontera con el
Ecuador, pero que fue desmentido por la guarnición militar del norte, ya
que esa frontera no necesitaba ese patrullaje, y ellos no tenían
helicóptero. Los medios no hablaron más del tema.
A mediados de 2001 me llegaron comentarios del
Valle de Lacco, de la comunidad de San Antonio, que durante muchos meses
del año 2000 habían estado pasando a gran altura todos los días
helicópteros de ida y vuelta, dos o tres por día. (...) Ese Valle de
Lacco era parte de mi Parroquia de Lares, y muchas veces había estado
allí en San Antonio en cumplimiento de mi labor pastoral como párroco.
No recuerdo bien la fecha, pero en 2002 un piloto
de helicópteros, no puedo dar más datos, me dijo que entre pilotos se
comentaba que en 2000 Fujimori con cinco helicópteros se había robado el
oro del Paititi, llevándolo al Japón. Y que uno de los helicópteros se
le había caído. En otra ocasión alguien me comentó que ese operativo
duró nueve meses. Y en alguna otra, que ese oro había salido por Ica.
En agosto de 2003, dos turistas rusos que sabían de
mi libro, quisieron conocer el Mantto. Hacía ocho años que yo no iba, y
los llevé. Al llegar arriba casi me desmayo, un poco por el cansancio,
76 años tenía, y por ser una subida bastante parada, ¡pero sobre todo
por lo que vi!
Me dije entonces: Es cierto lo que me dijo el piloto, que "Fujimori con cinco helicópteros se robó el oro del Paititi"... y también aquí en el Mantto, "por lo que veo". Aquí está la prueba. Es cierto.
Había sido técnicamente bien huaqueado, saqueado. Y
con explosivo. Una roca de unos dos metros y medio de alto por uno y
medio de diámetro ya no existía. Había sido dinamitada. (...) No sé la
profundidad, pero supongo que de allí haya salido su buena tonelada, o
más. Había una especie de vereda como de un metro de ancho y unos ocho
metros de largo de roca labrada. Todo dinamitado. ¿Qué estaría
ocultando? Otras cuevas o grutas en la parte posterior de ese mural.
Este mural describía lo que allí había. El Sol de oro, estatuas de los incas...
Por lo que pude ver, de allí han salido varios
metros cúbicos de oro. Recordemos que un metro cúbico de oro macizo pesa
24 toneladas.
Terminado ese pillaje, toda la roca dinamitada
había sido amontonada a lo largo de la base de esa roquería donde había
estado la vereda, y en la que yo aparezco en una foto anterior. (...)
Lo peor fue que borraron el precioso mural
histórico dejado por los Incas cuando su salida al Paititi. Queda una o
dos figuritas. Ese mural era un mensaje de despedida, el último, de los
Incas. Había escenas de guerra, bailes, una cadena, los cuatro cuadrados
del Tahuantinsuyo, catorce Incas, un círculo de triple raya... y lo
borraron todo para no dejar huellas del robo. Cualquiera que vaya ahora
al Mantto, sin haberlo conocido como era antes, dirá que allí nunca hubo
algo. Lo que la naturaleza no pudo borrar ni destruir, ellos lo
hicieron.
Los Incas cuando ocultaban estas cosas solían
dibujar, como en un inventario lo que allí habían colocado. ¿Habrán
estado allí las estatuas de oro macizo de los catorce Incas, de tamaño
natural, que nunca se encontraron?, ¿y la cadena de Huáscar?, ¿y el
disco del dios sol?
¿Cuántas toneladas, aparte del valor histórico cultural infinito, perdidas?
Y allí, en el cerro de enfrente queda llorando a
gritos la Mama, tallada en la roca, con sus hijos, impotente y dolorida
por el fracaso de su misión de custodiar el legado de los Incas. A ella
no la pudieron destruir. Queda como mudo testigo.
En Choquecancha hace ya 40 años recogí de los
ancianos de entonces que las estatuas de los Incas habían estado un
tiempo en las hornacinas del muro junto a la plaza, mientras el Inca
estuvo allí tres meses despachando los grupos que viajaban al Paititi, y
escondían entonces tanto peso que no habrían podido cargar. Todo esto
sucedió, según comentarios escuchados de los antiguos, mientras los
españoles se ausentaron del Cusco para capturar a Manco Inca en
Vilcabamba. (...) Los que se fueron al Gran Paititi lo hicieron por el
Collao, Tiahuanaco, Cochabamba, Pampa de Mojos, y siguiendo por el Gran
Río (Río Grande en Bolivia), llegaron al Gran Paititi donde gobernaba
Manco Inca (el mayor) . En las márgenes de este Río Grande fueron
quedando gran cantidad de estos fugitivos para cuidar que no pasen los
invasores, y que luego recibieron el nombre de Guarayos, cuyos
descendientes continúan viviendo en esas selvas. He conocido alguno de
ellos, pues he vivido un año en Santa Cruz. Por entonces no sabía nada
del Paititi. Justamente la ciudad de Santa Cruz tuvo su origen como
campamento de organización para las expediciones que salían hacia la
conquista del Gran Paititi. Pero nunca lo consiguieron.
Por eso usa la guirnalda de plumas en la frente y la perlita
en
el labio superior. Guió a Polentini.
¿Se podrá recuperar esa riqueza incaica?, ¿ya la
habrán fundido? Y los japoneses buenos, ¿querrán cargar en el tiempo
esta infamia? ¿Por qué "hijo predilecto del Japón"?
Después de conocer todo esto, tomé un buen mapa del
Perú. Busqué con una regla la recta más corta para llegar desde el
Paititi al mar, y esa línea pasaba por la ciudad de Ica. Entonces
recordé la finca de la primera dama (Keiko) en las alturas de
Ica, y las otras más adentro como los lugares de reabastecimiento de los
helicópteros, y desde la última a un barco anclado en alta mar, sin
testigos. El regreso con el combustible y víveres para los cargadores,
que no serían peruanos fuera de los pilotos y mandos, sino de las mafias
extranjeras. Si hubiera habido algún peruano engañado, seguro que ya no
podría hablar.
Ubiqué en el mapa el lugar concreto de la comunidad
de San Antonio de Lacco, y quedaba exactamente en el trayecto de la
línea recta más corta hacia el mar. Por las cercanías de San Antonio
pasaban los helicópteros.
Respecto del helicóptero caído, el último informe
que recibí de fuente muy confiable, y dado desde la Comandancia del
Ejército, es que había caído en Mameria, que sí está en la ruta de esa
línea recta y terminando el territorio del Paititi. Muy cerca. A poco de
haber levantado el vuelo. Lo amañado de ese informe es que decía que
ese helicóptero iba desde no sé qué mina de oro, llevando oro hacia
Lima. Sí, llevaba oro, pero no de una mina de oro inexistente o fuera de
ruta hacia Lima, sino del Paititi hacia un barco.
La caída de ese helicóptero es lo que puso fin al operativo de nueve meses,
y luego se sucedieron los hechos del gran escape y nerviosismo
conocidos por todos. Tengo conciencia de la gravedad feroz de lo que
estoy haciendo público bajo mi total y única responsabilidad y
consecuencias. Anunciando, no denunciando, cosa que no me compete a mí.
Son las cosas tristes y horribles sucedidas como
consecuencia de la publicación de mi investigación en el libro
“PAÍ-TITI, Padre Otorongo”, en su primera edición de sólo 180
ejemplares. Y que las he constatado personalmente, comprobado y
verificado en el Mantto. En esta segunda edición no he querido cambiar,
ni añadir o quitar algo de aquella edición.
Soy testigo real de cómo era el Mantto antes de ese
infame operativo, y cómo quedó después. Y que ciertamente eso mismo, o
peor, ha sucedido en el mismo Paititi. Ha sido el robo no del siglo ni
del milenio. Es el robo de la creación de la humanidad.
¿Mil, dos mil, toneladas de oro labrado, artístico?, ¿o más?
Nadie ha podido robar más que estos dos señores.
¿Cómo será una eternidad fritándose en un charco de oro derretido? Y con condimentos de mentiras, engaños... y cómplices.
Ojalá que ahora entiendan de una vez por todas que
el maravilloso Paititi existe, y que deben sacarlo a luz. ¿Posible que
los señores del INRENA, del INC, del proyecto PRO-MANU que operaban por
aquellos valles no se hayan percatado de lo que sucedía? ¿Cómplices?
Seguramente que los geólogos y mineros japoneses, y gobierno japonés
tienen estudiados muy buenos proyectos para la explotación de esa fabulosa mina con la resurrección de la dictadura gobernando el Perú. Debe hacerlo el mismo Perú para el Perú. No la vendan, no la rematen, no la regalen .
Estados Unidos es un rico que está sentado sobre un
banco de cientos o miles de toneladas de papelitos pintados de verde;
el Perú es un pobre que está sentado sobre un banco de miles o millones
de toneladas de oro. El Paititi es una mina que ha enriquecido a todo el
mundo menos al Perú.
El mineral seleccionado se echaba al río, que lo arrastraba hasta la Cascada Amarilla, color dado por "tanto oro que ni todos los indios del Perú podrían cargar". |
Esta mina de oro de los Incas se puede trabajar sin ningún tipo de contaminación.
Lavaban el mineral sólo con las aguas del río Choritiari, en la laguna
cuadrada Parrime. Muy cerca de los grandes hornos de fundición y
factoría. Esa laguna Parrime se conectaba con el centro de la ciudad
Paititi a través de un túnel escalonado de más o menos un kilómetro de
largo. La laguna ya no existe por causa del aluvión provocado por el
derrumbe de la cascada. Era artificial. En ella se decantaba el oro que
venía de la mina, y tenía para ello instalaciones de compuertas y otros.
En ella quedaba lo más pesado, y lo demás en los canales que se
aprecian en la foto después de la laguna. Todo esto ya no existe por el
derrumbe de la cascada, sucedido entre el mes de setiembre de 1993 que
el avión sacó esta foto y el año 1999 en que yo recibí noticias en que
algo había sucedido con la cascada del Inca, pero quedó registrado en la
foto aérea.
Sugiero mejorar la ley del Parque Nacional del Manu, para hacerla más realista, inteligente, nacionalista y más humana con los nativos y sus necesidades. Y que un grupo peruano la trabaje, despachando a sus países a todas esas empresas que están envenenando todo el Perú.
NOTA : El padre
Polentini tiene 83 años y vive en el Hogar Asilo de las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados, ubicado en la avenida Brasil, cuadra 4,
Lima-Perú.
Este artículo fue publicado en Globedia el 01 de mayo de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario