Mantener en buen
funcionamiento la gran nave que conduce a la humanidad por el espacio
requiere que conozcamos aquellas acciones que la dañan, ¡y no las
hagamos!
Con estusiasmo se
celebró la Hora del Planeta en muchas ciudades del mundo. En la capital
peruana la participación de muchos personajes públicos, entre ellos la
alcaldesa de Lima y el ministro del Ambiente, fue bastante llamativa. En
la Plaza Mayor se reunieron cientos de personas, que encendieron velas
al ser apagado el alumbrado público durante 60 minutos. Pero, ¿esto es
suficiente?, ¿nada más podemos hacer para mantener en buen estado la
gran nave que conduce a la humanidad y demás seres vivos por el espacio?
Definitivamente, no es suficiente, pero podemos hacer más. Pequeñas
acciones que están al alcance de cada uno de nosotros y los gobiernos
coordinar medidas globales que eviten el desastre que se vislumbra.
Sabemos que los efectos de la contaminación y la depredación forestal
están manifestándose con más fuerza en todas partes, con lluvias
intensas, inundaciones, olas de frío, sequía, deslizamientos, y los que
gimen y se lamentan son aquellos que sufren estos hechos, pero los que
no han sido tocados por ellos continúan con el mismo ritmo de vida:
consumiendo, consumiendo, consumiendo...
El consumo desenfrenado es lo que ha desequilibrado todo, al punto de
que ahora hay millones de personas que beben solamente agua embotellada
y hay países en que cada día sus ciudadanos fuman 100 millones de
cigarrillos. Lo gravísimo es que en las tres últimas décadas se ha
consumido la tercera parte de todos los recursos naturales... por lo que
pronto podríamos tocar el fondo de la despensa, ¡y no hallar nada que
comer!
Lo gravísimo es que en las tres últimas décadas
se ha consumido la tercera parte
de todos los recursos naturales
Hechos
saltantes son que el 5 por ciento de la población mundial (los
estadounidenses) consume el 30 por ciento de los recursos del planeta y
en la región amazónica se pierden 2 mil árboles por minuto que han
tardado varias décadas en crecer. Por otra parte, la leche materna, el
mejor de los alimentos, es ahora el recurso más contaminado por los
cientos de productos químicos que se usan (Ver: The History of Stuff,
with Annie Leonard / La historia de las cosas. Http://www.youtube.com/watch?v=5BSmAmQ3SDM&feature=related).
Vea este video y difúndalo, así seremos conscientes de lo que ocurre
en realidad. Por lo pronto, no queme basura ni elimine plantas, por más
pequeñas que sean, si no es estrictamente necesario. Más bien, siembre
algunas en macetas. Controle el uso de fertilizantes y pesticidas. No
bote basura en cualquier lugar ni eche al desagüe el aceite en que ha
frito. Las pilas y los desechos electrónicos échelos en los depósitos
especiales que hay en algunos centros comerciales. Ahorre energía, use
combustibles limpios y consuma productos naturales.
Pero sobre todo, disminuya el consumo de carnes, de res y de pollo,
porque para producir un kilogramo de estas se requiere cientos de
kilogramos de productos agrícolas y miles de litros de agua. Si los
humanos consumiéramos más vegetales, especialmente los de hojas verdes,
no sufriríamos tantas enfermedades ni gastaríamos en medicinas
sintéticas. Ahora hay más farmacias y boticas que juguerías, y los niños
ya no piden limonada o jugo (ni los padres se los dan) sino aguas con
colorantes y gas que saben a frutas (pero que no tienen ni una pizca)
que se venden embotelladas.
Cambie su estilo de vida, no deje que "la moda" y el "conservar el
nivel" abran su cartera o billetera para comprar cosas que no necesita o
usará solamente una vez, porque el consumo desenfrenado es lo que está
dañando nuestro planeta.
Nota: Este artículo fue publicado en Globedia el 1 de abril de 2012.
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